¿Importa lo que decimos o cómo lo decimos? ¿Un buen discurso siempre persuade a una audiencia? ¿Qué importancia tiene la comunicación no verbal para convencer a los demás? La investigación nos muestra que importa mucho. Demostraron que el mismo argumento presentado con exactamente las mismas palabras por dos personas diferentes no tiene un efecto similar en los mismos destinatarios del mensaje. Esto quiere decir que hay algo más, toda una serie de variables que influyen en el proceso de persuasión, por ejemplo, las fuentes expertas se perciben como más fiables. Es por esto que la apariencia es fundamental, basta observar cómo en la publicidad, por ejemplo, se utilizan actores con batas blancas o uniformes para promocionar ciertos productos relacionados. El atractivo también juega un papel, la belleza provoca simpatía y una asociación inmediata de características positivas (inteligente, creíble, genuina, segura, poderosa, etc.) comunicación no verbal, pero en general podemos establecer los siguientes 10 aspectos a tener en cuenta convencer:
Manos siempre a la vista:
Y en particular las palmas de las manos, es una acción ancestral del ser humano que denota la ausencia de intenciones ocultas y transmite confianza.
No mires por encima de tus gafas:
Este gesto se percibe como despectivo, ya que se interpreta como una sobrevaloración agresiva de la otra persona. En ocasiones la persona que lleva gafas para distancias cortas simplemente no se las quita, sino que mira hacia arriba para ver mejor en distancias medias o largas, incluso en este caso la imagen que transmite es pobre.
Está prohibido esconder las manos en los bolsillos:
También debes hablar con las manos para argumentar mejor y acompañar tu discurso con el cuerpo. Si bien es cierto que este gesto depende de la postura corporal que acompañe, puede ser un signo de poder, arrogancia y dominio si la postura es erguida y contundente. Y puede ser un signo de inseguridad, pereza o apatía si va acompañado de una postura encorvada.
Sonreír:
Una sonrisa sincera será siempre nuestra mejor carta de presentación; es el secreto para ser accesible y digno de confianza con los demás. Creará una predisposición inmediata a ser escuchado y contagiar la positividad y afabilidad de lo que quieres comunicar.
Contactar :
Un buen apretón de manos (vertical y con la presión adecuada) siempre inicia un compromiso comprensivo con nuestro oyente. Incluso ayudarse mutuamente, para convencer, con un ligero toque en las zonas no neutras del otro (codo, hombro, zona alta de la espalda) transmite confianza, empatía, cariño y marca un cierto pacto de complicidad y colaboración con quien lo recibe.
Mueve tus brazos:
Es muy importante ilustrar lo que estás diciendo con el movimiento de tus brazos y manos, esto transmite la sinceridad y credibilidad de tus palabras. La falta de movimiento está relacionada con la mentira.
Mirar a los ojos para escuchar:
El contacto visual es esencial para establecer una buena conexión con los demás. Aumentar la frecuencia de la mirada cuando escuchamos es incluso más importante que cuando hablamos. De esta forma, la otra persona percibe de nosotros atención e interés, dos de los aspectos más valorados de un buen comunicador.
Modula tu voz:
Puede parecer un canal de segunda, pero el manejo de la prosodia emocional (tono, timbre, velocidad y profundidad de la voz, pausas y silencios) es fundamental para generar una buena impresión. Un tono serio, sin titubeos y con fluctuaciones de intensidad según el momento, hará creíbles nuestras palabras, frente a un tono de voz más agudo, monótono y estridente que denota cierta inseguridad.
No te cruces de brazos:
Y no porque este gesto signifique algo en particular. Es solo que nuestra imagen siempre se fortalece y se dignifica cuando mostramos nuestro cuerpo y hay una notable apertura de gestos. Invita a confiar en nosotros, nos ponemos a disposición y facilita la comunicación no verbal fluida (el movimiento natural de nuestro cuerpo durante la entrega del mensaje verbal).
No cubrirse la cara, no manipular objetos y no morderse las uñas: son gestos de nerviosismo, inseguridad, desinterés o aburrimiento.